Los oportunistas

Por Andy Duardo Martín

Según la Real Academia de la Lengua el oportunismo es aquella actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones.

Todos los seres humanos somos oportunistas, claro está que dentro de dicha conducta existen matices, desde aquella persona que solo se permite tener muy pequeñas dosis de externalidades negativas, hasta aquel que actúa siempre en forma puramente egoísta.

Hablo de esos personaje que usted sabe quien son, aquellos que diariamente están siempre planificando como aprovecharse de una situación sin importarle mucho quien pierde con tal que él sea quien gane, ese que le dicen que "no da puntada sin hilo", aún a costa muchas veces de su propia dignidad presente.

Opotunistas son quienes como intermediarios venden a mayor precio los productos agropecuarios a tenor de las limitaciones económicas que tiene el país. También lo son aquellos que venden una medicina necesaria a precios hiperbólicos ya que en las farmacias no existe y el las obtiene como resultado de una actividad ilegal y corrupta. Los encontramos en todas las actividades humanas.

La Economía le llama Conducta Oportunista, y ello es simplemente para ser más pulcros, ya que en los mercados como en la vida misma, siempre habrá personas de esa naturaleza, como que la economía no es más que el reflejo de la sociedad que somos.

Reflexiono acerca de un antivalor que hay que combatir, erradicar, revertirlo para bien de la sociedad, pues lo que sí está claro que abundan, y de qué manera, en cada esquina.

Solo mencioné en esta reflexión algunos tipos de oportunistas, pero existen más, muchos más, tanto en la actividad de la producción como de los servicios, en nuestros propios centros de labor aparecen personajes de este tipo parapetados tras una imagen amistosa y social.

En rechazo a esa conducta, digamos que fructífera individualmente, pero tan malsana socialmente, va dedicada esta valoración. Los oportunistas nos rondan y hay saberlos detectar, desnudarlos ante los demás, como dijo Martí, sin vendas ni ambages.