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Cerca de la luz .A Félix, entre mis personas preferidas

Cerca de la luz .A Félix, entre mis personas preferidas

Liz Martínez Vivero
liz@acn.cu

Hace 62 años que, salvo por el sonido de la lluvia sobre el pavimento, todas sus
mañanas son idénticas. Exactamente 22 630 días (sin contar los años bisiestos)
han pasado desde la última vez que Félix Milián contempló alguna cosa.

Ahora caminamos juntos, lentamente,a su paso, por las calles de Bejucal y se pone
a contarme de cómo se le fueron olvidando los colores y en una trampa de la
memoria también el rostro de sus padres.

Ya no recuerda la última vez que despidió el año viejo, aunque rememora que lo
hacía en su natal poblado La Salud, pertenecientea Quivicán.

Jamás pudo ser partícipe de los fuegos de artificio ni de las luces de las carrozas
bejucaleñas, que inundan las calles de la urbe. No obstante, a sus hijos
(ambos videntes) los llevó durante muchotiempo para que también formaran
parte de los jolgorios.

En medio de cualquier aparente adversidad encaminó sus pasos hacia el
periodismo.

¿Cómo? se preguntará usted, probablemente con la misma impaciencia que yo
antes de conocer los trucos de los que sevale para arrancarle a la vida sueños en su apuesta perenne de provocarsonrisas, también porque cuestan poco y toma
prestado el argumento de otro grande:Charles Chaplin.

Armado antes con su máquina de escribir de seis teclas… ahora con su punzón,
la regleta y una agenda grandísima me muestra en braille (que por supuesto
no entiendo) todas sus anotaciones.

Con su dedo, en los míos traza puntos de ese lenguaje que rinde homenaje
desde su denominación al pedagogo francés Luis Braille: diseñador del sistema
de lectura y escritura para ellos, los que como Félix no disminuyen su
marcha, aunque al menos en esta vida, les sea negada la contemplación de
luz del Sol.

El ejercicio responsable del periodismo, desde su rol de corresponsal de la
Agencia Cubana de Noticias, le ha valido el reconocimiento de muchos más
de los que hoy detienen nuestro recorrido, simplemente para saludarlo.


Elijo seguirle, por las calles de unaciudad desconocida. Me va guiando y
se dibuja a ratos en su rostro la sonrisa inexplicable, acaso por su experiencia
atesorada durante 74 calendarios.

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