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Hacedores de esperanza

Hacedores de esperanza Por Andy Duardo Martín


Sixto Llanes se siente orgulloso de sus 96 años. Sus colegas María Márquez y Evangelio Martínez tienen 94 y aseguran que alcanzarán a Sixto en una hermosa carrera por la vida.

Ellos pertenecen a la Casa de los Abuelos ubicada en San Nicolás, donde se acaba de crear un Club de los 120 años, el segundo que ya funciona en esa municipalidad, distante a unos 70 kilómetros de la capital cubana.

En la Casona, vetusta edificación perteneciente a la Empresa Azucarera Héctor Molina, un grupo de adultos mayores ya habían tomado la iniciativa de agruparse, en ese lógico empeño de hacer del tiempo un amigo permanente, al que suelen alimentar cada día a al compás del uno…dos..tres…cuatro, que suele acompañar la práctica de ejercicios físicos, y así oxigenar los músculos que se recienten por el paso de los años.

Por eso, Sixto, María y Eugenio han convocado a los suyos. Cumplido el habitual saludo matutino hacen del Salón principal de la Casa de Abuelos una gran instalación deportiva y comienzan a rejuvenecer sus cuerpos, también los sueños.

Sueños que se convierten en realidad por ese sentido humano que nos distingue como sociedad. Porque en este archipiélago ser adulto mayor significa experiencia y sabiduría, pero también implica, siempre que así se decida, mitigar esa carga pesada que se va acumulando al paso de la existencia, con todas sus mañanas, tardes y noches.

Longevidad, para muchos es la recta final de la existencia, la etapa del estorbo familiar, de la soledad, el silencio; viene siendo el punto culminante de una espera a la que llegamos, inevitablemente, conducidos por los años.

Por eso es mejor preguntarnos ¿qué es la vida?... sencillamente una sucesión de retos, y los retos, de por sí, son un motivo más para existir y disfrutarla. La vida es bella y está llena de detalles que la hacen merecedora de ese disfrute.

Y así piensan los abuelos del municipio de San Nicolás, es sencillamente un desafío, porque ganarle al tiempo es oficio de campeones y nada mejor que una abierta y experimentada sonrisa al saberse hacedores de la esperanza.

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