Como nos enseñó el Che, convirtiendo en fuego el vivir cotidiano
Por Andy Duardo Martín
Sólo los que odian más y conocen menos pueden afirmar que fue un aventurero. Otros lo ven como un icono 48 años después de su asesinato, pero dentro del revolucionario sin concesiones, descansaba una persona de gran ternura, que supo transmitir a su familia, amigos y compañeros de lucha el medio más sublime para expresar sus sentimientos.
La capacidad de asombrase, la avidez de conocimientos, siempre acompañó al Che en su itinerario personal. La vocación por compartir sus vivencias, sus grandes dotes de comunicador hicieron el resto.
Aún nos sigue diciendo que el desafío es insistir en modificar nuestra manera de ver la realidad, por eso hay que acercarse a él con los ojos limpios y el corazón en la mano.
Su principal hazaña va más allá del triunfo que regocija y enaltece. Su llamado de transformación universal lo convirtió en sendero siempre transitable, el que se debe volver a transitar hasta que nos sepamos salvados por Che.
Este y todos los ocho de octubre serás ese Che colosal construido con miles de Ernestos, esos que creen en la justicia y la emancipación, en la voluntad de hacer por los desheredados de la tierra.
Y qué privilegio el de los cubanos. El de tenerlo sobre esta tierra donde nadie como él, cortó espigas con tanta delicadeza y fuerza. Con su estrella a nuestro lado seguimos convirtiendo en fuego el vivir cotidiano.
Sólo los que odian más y conocen menos pueden afirmar que fue un aventurero. Otros lo ven como un icono 48 años después de su asesinato, pero dentro del revolucionario sin concesiones, descansaba una persona de gran ternura, que supo transmitir a su familia, amigos y compañeros de lucha el medio más sublime para expresar sus sentimientos.
La capacidad de asombrase, la avidez de conocimientos, siempre acompañó al Che en su itinerario personal. La vocación por compartir sus vivencias, sus grandes dotes de comunicador hicieron el resto.
Aún nos sigue diciendo que el desafío es insistir en modificar nuestra manera de ver la realidad, por eso hay que acercarse a él con los ojos limpios y el corazón en la mano.
Su principal hazaña va más allá del triunfo que regocija y enaltece. Su llamado de transformación universal lo convirtió en sendero siempre transitable, el que se debe volver a transitar hasta que nos sepamos salvados por Che.
Este y todos los ocho de octubre serás ese Che colosal construido con miles de Ernestos, esos que creen en la justicia y la emancipación, en la voluntad de hacer por los desheredados de la tierra.
Y qué privilegio el de los cubanos. El de tenerlo sobre esta tierra donde nadie como él, cortó espigas con tanta delicadeza y fuerza. Con su estrella a nuestro lado seguimos convirtiendo en fuego el vivir cotidiano.
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