La virtud de sentirse útil
Por Andy Duardo Martín
PERIODISTA: Un buen día de esta vida el protagonista de esta historia subió a la cúpula de la Iglesia de Güines y descubrió las bellezas de un paisaje que lo atrapó para siempre, después le propusieron la responsabilidad de hacer repicar las campanas, y desde entonces, quedó prendado de sus sonidos.
Su nombre es Mario José Roque Iruela.
MARIO JOSÉ: “… y cuando repico todas las campanas me da alegría porque estoy pensando en el pueblo, eso es una cosa muy interesante, eso hay que vivirlo, cuando yo estoy en la torre y toco las campanas, por la mañana, con la fresca de la mañana, y veo el horizonte, veo los pájaros, las palomas, se me unen muchos pensamientos, le doy un aporte a la cultura de esta población”.
P: Mario José posee un conocimiento milimétrico del campanario de la Iglesia de Güines, un lugar donde ha tenido la suerte de vivir momentos trascendentes. ¿Puede mencionarnos algunos?
MJ: Allí podemos apreciar que la torre de la Iglesia, el campanario de Güines, tiene ocho campanas, tiene dos campanas grandes que miran hacia el norte y tiene seis chiquitas, una a cada lado. Este campanario es histórico pues el 4 de marzo de 1897, cuando el Ejército Mambí entró a esta Villa, fue tocada la campana de alarma, o sea, allí arriba hay una campana que como no había servicio eléctrico en la Villa la tocaban los bomberos.
También, antes del triunfo de la Revolución, cuando la Huela por el diferencial azucarero, un grupo de jóvenes güineros, asaltó la torre y tocaron campana, entonces, cuando vino la Guardia Rural le pidieron al sacerdote, el Padre Rodríguez en aquel tiempo que querían apresar a los muchachos y entonces el le dijo que le daba a los jóvenes si no les hacían nada, pero se burlaron del sacerdote y después de bajar las escaleras le cayeron a plan de machete a los muchachos, eso fue en el año 1955.
Cuando la muerte de Aleida Fernández Chardiet esas campanas se doblaron, al igual que cuando fue apresado Juan Borrell, y la bandera del 26 de Julio también ondeó en el campanario.
P: ¿Pero las campanas se repican por diferentes motivos?
MJ: Las campanas se utilizan para diferentes actividades, cuando hay una persona que fallece se doblan las campanas, es decir, ese sonido que es peculiar con tres campanas, si es hombre se tocan tres clamores al mismo tiempo y los creyentes saben que se trata de una persona del sexo masculino. Si es mujer se tocan dos clamores. Se utilizan además los domingos para llamar a misa, a las ocho y treinta se toca un repique de la mañana, a las ocho y cuarenta y cinco otro y después se toca la llamada y último repique.
El 28 de enero sale la imagen del Patrono y la imagen de la Caridad el 8 de septiembre, se realiza un toque especial que es el caracteriza a las procesiones.
El Día de los fieles difuntos, el 2 de noviembre, se tocan cinco campanas, o sea, un doble especial que es ya tradicional, eso me lo enseñó Pedro Zamora. En la Iglesia llevo siete años y tengo ya 68, eso parte de mi vida, yo lo siento, yo soy güinero.
P: ¿Siente orgullo por lo que hace?
MJ: Me siento con orgullo y más cuando de la torre diviso la llanura de Güines, eso es parte de mi vida y hago un aporte, porque las campanas alegran al pueblo por la mañana, si hay una festividad también se tocan y las dos veces que estuvo el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el parque central de la Villa, repicaron al vuelo.
P: La singularidad lo acompaña a Mario José Roque Iruela. En la actualidad no hay otra persona en Güines que conozca tanto del arte de repicar campanas, una tradición que es presente y futuro. ¿Qué se hace para perpetuarla?
MJ: En estos momentos preparo a un grupo de jóvenes que asisten a la Iglesia, considero muy importante esta labor de aprendizaje y por eso le dedico el tiempo, nunca faltará quien haga repicar las campanas, porque el lema de nosotros los cristianos es que “todo hombre es mi hermano”, crea o no crea en Dios esa es la labor de un buen cristiano, para que haya una paz duradera.
P: Cuando se escuche el tañer de las campanas de la Iglesia de Güines pensemos en esta historia, la de un hombre que ha dedicado parte de su vida a entregar a la brisa los sonidos que convocan, los de la alegría, el júbilo y los de la tristeza.
MJ: Mi pensamiento es amar a mi Villa, porque la quiere, veo la antigua calle San Julián que llega hasta La Quinta, que se ve perfectamente, miro para la parte de Radio Güines, la torre del antiguo ingenio Amistad con los Pueblos, la del Gregorio Arle Mañalich, en Melena del Sur, y si subo más arriba, en la ventanita que hay en la cúpula, se ve la autopista nacional.
P: Allí, en la cúpula, descubre cada día los nuevos colores con que la naturaleza engalana a Güines, la ciudad de sus sonidos y de sus sueños
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