Cuando la justicia se llame libertad
Por Andy Duardo Martín
La Corte de Miami acaba de culminar el proceso de resentencia contra tres de nuestros Cinco Héroes. Así lo determinó el Onceno Circuito de Atlanta ante las arbitrariedades de la jueza Joan Lenard y su jurado.
La vista oral retornó a una ciudad donde se desconoce la justicia. Cinco horas de debate fueron suficientes para demostrar que el gobierno de los Estados Unidos asumió, como verdades, sus propias mentiras.
El pasado mes de octubre Antonio Guerrero fue resentenciado a 21 años y diez meses de cárcel. Esta semana fueron convocados Fernando González y Ramón Labañino.
Familiares de los Cinco presentes en la audiencia dijeron que la disposición interior del recinto resultaba fría y aplastante, como si intimidara. Así también es Miami, una ciudad a la que nunca debió retornar el proceso.
Cuenta Magalys LLort que cuando su hijo Fernando entró a la sala enseguida miró a los amigos que llegaron a brindar su apoyo y, además de una sonrisa, hizo una señal de agradecimiento con sus ojos.
Para ella, “Fernando y sus cuatro compañeros de lucha están en una encrucijada que preperó y financia la mafia anticubana radicada en Miami, con el visto bueno de diferentes presidentes de Estados Unidos. Sabemos que la lucha es difícil, pero vamos a hacer lo que tengamos que hacer para que ellos regresen a nuestro país.
El procedimiento, denso y muy técnico, hizo interminable la discusión entre la Fiscalía y la Defensa.A decir del abogado Roberto González, hermano de René,“la decisión de continuarla en horas de la tarde descubrió las verdaderas intenciones de la Corte de Miami.”
Fernando no fue acusado jamás por cargo alguno de espionaje; sin embargo, en esta componenda política, hubo un instante en que la fiscal Heck Miller alegó sobre Fernando sus cualidades personales, sus modales, para luego decir que esos eran los más peligrosos.
Peor aún fueron las acotaciones de la Lenard al explicar su decisión: la sentencia debía servir de ejemplo, “ya que no podía admitir que ciertos individuos se instalaran en suelo norteamericano a espiar a los ciudadanos de Estados Unidos”.
Finalmente la resentencia a Fernando González se fijó en 17 años y nueve meses. La justicia fue nuevamente mancillada, dijo Ricardo Alarcón de Quesada, presidente del Parlamento Cubano y añadió, “ con todo lo que se ha demostrado en torno a las irregularidades del proceso legal, lo injusto del proceso de sentencia y resentencia, e incluso, las declaraciones que han hecho el Buró Federal de Investigaciones y representantes de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, acerca de que no existió ningún caso de espionaje y que Cuba no representa una amenaza para ese país, ya es más que suficiente para los Cinco estuvieran en libertad”.
Aunque no estaba esposado el ruido de los grilletes denunció la entrada de Ramón Labañino a la sala. Pese al difícil momento su rostro transmitía una alegría y fuerza increíbles. Lo primero que hizo fue alzar uno de sus puños en gesto de victoria y lanzar varios besos a su esposa Elizabeth Palmerio.
La audiencia hecha a Ramón no demoró más de 45 minutos. La nueva condena se redujo a 30 años de prisión en sustitución de la cadena perpetua más 18 años.
El abogado William Norris solicitó la posibilidad de trasladarlo de la penitenciaría de máxima seguridad en Kentucky a otra prisión y así favorecer la visita de los familiares. La Jueza, en un chiste de mal gusto y fuera de tono, dijo que podrían pensar en enviarlo a Guantánamo. No pudieron las ataduras, ni los trajes de preso, ni los letrados, opacar la imagen firme de Fernando y Ramón. La dignidad que mostraron impactó al auditorio.
Una vez más se negaron a colaborar con el gobierno de los Estados Unidos a cambio de sentencias benévolas. Allí, frente a la equívoca jueza Joan Lenard, actuaron como hombres totalmente libres.
En declaración hecha pública el 8 de diciembre Antonio, Fernando y Ramón expresaron: “nos sentimos profundamente conmovidos y agradecidos por la permanente solidaridad que nos brindan, tan decisiva en esta larga batalla por la justicia.”
La Corte de Miami acaba de culminar el proceso de resentencia contra tres de nuestros Cinco Héroes. Así lo determinó el Onceno Circuito de Atlanta ante las arbitrariedades de la jueza Joan Lenard y su jurado.
La vista oral retornó a una ciudad donde se desconoce la justicia. Cinco horas de debate fueron suficientes para demostrar que el gobierno de los Estados Unidos asumió, como verdades, sus propias mentiras.
El pasado mes de octubre Antonio Guerrero fue resentenciado a 21 años y diez meses de cárcel. Esta semana fueron convocados Fernando González y Ramón Labañino.
Familiares de los Cinco presentes en la audiencia dijeron que la disposición interior del recinto resultaba fría y aplastante, como si intimidara. Así también es Miami, una ciudad a la que nunca debió retornar el proceso.
Cuenta Magalys LLort que cuando su hijo Fernando entró a la sala enseguida miró a los amigos que llegaron a brindar su apoyo y, además de una sonrisa, hizo una señal de agradecimiento con sus ojos.
Para ella, “Fernando y sus cuatro compañeros de lucha están en una encrucijada que preperó y financia la mafia anticubana radicada en Miami, con el visto bueno de diferentes presidentes de Estados Unidos. Sabemos que la lucha es difícil, pero vamos a hacer lo que tengamos que hacer para que ellos regresen a nuestro país.
El procedimiento, denso y muy técnico, hizo interminable la discusión entre la Fiscalía y la Defensa.A decir del abogado Roberto González, hermano de René,“la decisión de continuarla en horas de la tarde descubrió las verdaderas intenciones de la Corte de Miami.”
Fernando no fue acusado jamás por cargo alguno de espionaje; sin embargo, en esta componenda política, hubo un instante en que la fiscal Heck Miller alegó sobre Fernando sus cualidades personales, sus modales, para luego decir que esos eran los más peligrosos.
Peor aún fueron las acotaciones de la Lenard al explicar su decisión: la sentencia debía servir de ejemplo, “ya que no podía admitir que ciertos individuos se instalaran en suelo norteamericano a espiar a los ciudadanos de Estados Unidos”.
Finalmente la resentencia a Fernando González se fijó en 17 años y nueve meses. La justicia fue nuevamente mancillada, dijo Ricardo Alarcón de Quesada, presidente del Parlamento Cubano y añadió, “ con todo lo que se ha demostrado en torno a las irregularidades del proceso legal, lo injusto del proceso de sentencia y resentencia, e incluso, las declaraciones que han hecho el Buró Federal de Investigaciones y representantes de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, acerca de que no existió ningún caso de espionaje y que Cuba no representa una amenaza para ese país, ya es más que suficiente para los Cinco estuvieran en libertad”.
Aunque no estaba esposado el ruido de los grilletes denunció la entrada de Ramón Labañino a la sala. Pese al difícil momento su rostro transmitía una alegría y fuerza increíbles. Lo primero que hizo fue alzar uno de sus puños en gesto de victoria y lanzar varios besos a su esposa Elizabeth Palmerio.
La audiencia hecha a Ramón no demoró más de 45 minutos. La nueva condena se redujo a 30 años de prisión en sustitución de la cadena perpetua más 18 años.
El abogado William Norris solicitó la posibilidad de trasladarlo de la penitenciaría de máxima seguridad en Kentucky a otra prisión y así favorecer la visita de los familiares. La Jueza, en un chiste de mal gusto y fuera de tono, dijo que podrían pensar en enviarlo a Guantánamo. No pudieron las ataduras, ni los trajes de preso, ni los letrados, opacar la imagen firme de Fernando y Ramón. La dignidad que mostraron impactó al auditorio.
Una vez más se negaron a colaborar con el gobierno de los Estados Unidos a cambio de sentencias benévolas. Allí, frente a la equívoca jueza Joan Lenard, actuaron como hombres totalmente libres.
En declaración hecha pública el 8 de diciembre Antonio, Fernando y Ramón expresaron: “nos sentimos profundamente conmovidos y agradecidos por la permanente solidaridad que nos brindan, tan decisiva en esta larga batalla por la justicia.”
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