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Nueva provincia cubana: Mayabeque. ¿Por qué ese nombre?

Por Abilio González y Andy Duardo.

El próximo primero de enero de 2011 Cuba amanecerá con dos nuevas provincias: Mayabeque y Artemisa. Quizás por razones históricas el nombre de Artemisa llegue más familiar a sus futuros residentes, no así Mayabeque, sugerencia que ha encontrado opiniones a favor y en contra.

Quienes redactamos este material consideramos que la selección es justa, enseguida explicamos por qué.

Nombres aborígenes abundan en nuestro territorio: Bija o Vija, Cajunagua, Garaguasí o Guaraguasi, Guanamón, Guara, Jacán, Jaguey, Omoa o Umoa, Yamaraguas o Yaguaramas, y otros como Mayabeque…

Muy acertada la designación de este toponímico acordado por la Asamblea Nacional del Poder Popular para identificar y nombrar la provincia Mayabeque; se basa en justas y muy merecidas razones geográficas, culturales e históricas.

Sabido es que nuestro territorio, originalmente aborigen, fue “invadido”, -tras el proceso de descubrimiento, conquista y colonización-, por los peninsulares ibéricos.

Entre 1514-1519, la primigenia Villa de San Cristóbal de La Habana estuvo ubicada en la desembocadura del hoy denominado río Mayabeque; en su fundación participó Diego Velázquez acompañado de un grupo de sus acólitos pertrechados con los siguientes apellidos: Mejías, Rojas, Melena, Julián, Alvarez o Álvarez, Angulo, Ávila, Ayala, Bazán, Borroto, Caro, Castañeda, Cantelar o Castelar, Cepero, Cuba, Flores, Gómez, González, Hernández, Herrera, Ledesma, Lovera o Llovera, Maldonado, Martel, Martín, Martínez, Nieto, Pacheco, Pérez, Pineda, Quesada, Ramírez, Reina, Rodríguez, Sánchez, Soria, Sosa, Soto, de la Torre, Vargas, Villaroel o Villareal, y Zamora, y ninguno de los individuos llevaba el patronímico “Mayabeque”; la nacida exigua población fue trasladada en 1519 hacia la amplia bahía de bolsa llamada hoy de La Habana, que se encuentra al norte.

Es de suponer que al ocurrir el traslado, el mismo no haya acaecido en su totalidad, ya que partieron los representantes más destacados, significativos y necesarios en el orden jerárquico, militar y administrativo; por supuesto, los copartícipes, ayudantes y peones, más los que sencillamente no quisieron irse, quedaron al resguardo de la ocupación de sus propiedades.

En 1515 los piratas atacaron La Habana norteña, dañando vidas y haciendas, y destruyendo una amplia documentación, entre ellas las inscripciones o registros de propiedades.

Las Actas Capitulares nos informan acerca de la mercedación del primer hato y corral ocupado en los terrenos que originalmente fueron pobladas, exactamente por la desembocadura del río, en la sureña Playa del Mayabeque; el mismo fue reinscrito o entregado a don Bartolomé Cepero y Francisco de Ávalos o Avalos, el 8 de marzo de 1559, y tomaba por nombre, -como era usual acorde con las costumbres de la época-, bautizarlo con el apelativo del amplio “santoral” católico, y en este caso: San Pedro; así surgió la denominación de “San Pedro del Mayabeque” o “de Mayabeque”.

Muchos patronímicos de los que llegaron junto a Velásquez, aparecen después como propietarios de los terrenos colindantes, tales como: Agama o de la Gama, Cepero, Hernández, Hevia, López, Martín, Osorio, Pimienta, de la Rivera, Rojas, Soto, y otros…

A continuación, en el territorio prosiguió la entrega de otras propiedades en forma de corrales durante el transcurso del siglo XVI: en 1569 se mercedaron dos: el Yamaraguas a Diego Hernández, que pasó a Sebastián Hevia en 1573, y el Bija o Vija, de Juan Bautista Rojas, que en 1588 pasó a Bartolomé López. En 1587 el Nuestra Señora del Rosario se le entregó a Francisco Martín. El corral Los Güines, fue adquirido por Diego de la Rivera el 22 de octubre de 1598.

Durante el transcurso del siglo decimoséptimo, prosiguió la obtención de los terrenos próximos al territorio que nos ocupa: en 1671 Juan de la Gama o Agama fundó la hacienda San Julián; en 1679, el corral San Antón fue propiedad de Luis Justiniani Osorio; Tiburcio Díaz Pimienta había adquirido desde 1633 el Cajunagua; y Luis de Soto El Cangre desde 1629… También aparecieron otros apellidos de propietarios, tales como Juan Lemus, Diego González de la Torre, Hernando Pérez Barreto, Manuel Antúnez…Así, lentamente prosiguió el proceso de propiedades, que después se testan, venden, dividen o fraccionan, etc.

Sabido es también, que nuestro mencionado y querido río, el mayor de las provincias habaneras, fonéticamente se confundía con los vocablos Onicajina o Güinicajina, (que con una amplia gama de combinaciones, como aparece en los documentos, se escribía unas veces con “j”, con “g”, y con “x”, y otras terminando o no con la “l”, y en ocasiones con la sílaba tónica al final o en la penúltima); por otra parte, el prefijo o apócope de Güinicajina, -en este caso “güini”-, dio por resultado al nombrado corral Los Güines mercedado a don Diego de la Rivera el 22 de octubre de 1598.

Durante la etapa colonial, los muy variados afluentes y efluentes de la cuenca hidrográfica del río, tomaba diversas denominaciones acorde con el sitio, lugar, hacienda o corral por los cuales transitaba; así, en los anales aparecen múltiples toponímicos: Bayamo, Bija, Vija o Rija, Culebra, Mal Potón o Mampostón, de La Catalina, de los Güines, Ojo de Agua, Yamaraguas, etc., etc.

No fue hasta después de mediados el siglo XIX, cuando el río que desembocaba en la playa llamada de Mayabeque, en la costa sur de Melena del Sur, tomara el nombre de “río del Mayabeque”, comenzando así a denominarse en la nomenclatura de la cartografía, con el patronímico de Río Mayabeque.

Esta amplia cuenca hidrográfica dio lugar al nacimiento de un amplio territorio que se irradió a lo largo de la historia colonial, neocolonial y seudorrepublicana, que forjó raíces de una común idiosincrasia y una identidad cultural, que se incrementó y fortaleció con el nombre de una amplia región tras el triunfo revolucionario de 1959 en el fragor de la construcción de nuestra sociedad socialista. Desde esa fecha hasta la división política administrativa de 1975 funcionó la región Mayabeque.

De los once municipios que pasarán a ocupar la futura provincia Mayabeque, ocho están fuertemente imbricados desde la existencia de la otrora región, y tres han mantenido sólidas relaciones de todo tipo: corresponden los primeros a Batabanó, Güines, Jaruco, Madruga, Melena del Sur, San José de las Lajas, Nueva Paz y San Nicolás. Y en los segundos de hayan Bejucal, Quivicán y Santa Cruz del Norte. Todas contarán con una digna cabecera capitalina; es incuestionable que San José de las Lajas posee un amplio desarrollo de sus fuerzas productivas en diversos sectores de la economía: agropecuario, industrial, y comercial, además del aspecto cultural y educacional.

Existen muchas expectativas, muy pocas insatisfacciones y sí muchas satisfacciones. A esta iniciativa de la nueva división política administrativa le auguramos éxitos, ya que se incrementará el control, la inspección, la fiscalización, la desagregación más equitativa de los presupuestos, uso más racional de las personas capacitadas, nuevas fuentes de ingreso, incremento de la fuerza de trabajo con múltiples posibilidades además de la necesaria optimización de los recursos con mayor eficiencia, en un amplio territorio con terrenos muy fértiles, clima benigno, abundantes aguas y una población muy emprendedora y laboriosa.

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