Se aproxima Meteoro 2013

Andy Duardo Martín.

 Mayabeque, Cuba - Precaver es mejor que  lamentar, así expresa un refrán nacido de la sabiduría popular. Por eso cada año se desarrolla el ejercicio Meteoro, una posibilidad para chequear y poner en práctica planes de avisos, revisar la documentación y practicar acciones de evacuación ante un posible desastre, no solo meteorológico, puede ser químico, aéreo u otra contingencia.

Preservar vidas humanas y proteger la  economía es el objetivo máximo de la convocatoria a las puertas del inicio de la temporada ciclónica, fijada del primero de junio al 30 de noviembre, pero bien se sabe que en los últimos años la madre naturaleza no espera por fechas específicas y las acciones de rescate y salvamento no se ciñen únicamente a este período.

Por eso, los resultados de los ejercicios meteoros cuentan, no solo para el período ciclónico, sino para todo el año y ante cualquier circunstancia.

En la provincia de Mayabeque, ubicada al Sur de la capital cubana, existe un aspecto,  a partir de experiencias anteriores, en el que se debe realizar un esfuerzo mayor: la participación del pueblo, quien a la postre, es el principal beneficiado ante cualquier eventualidad, a su preservación se dedican los mayores esfuerzos de este y todos los Meteoros.

El ejercicio puntualiza misiones de grupos y subgrupos de la economía, se podan árboles, se protegen líneas eléctricas, telefónicas y viviendas, se realizan limpiezas de zanjas, alcantarillas, desagües, la revisión de centros para la recepción de evacuados, así como el aseguramiento del transporte, las comunicaciones y los alimentos para situaciones excepcionales.

 La gestión orientadora y educativa de los medios de Comunicación contribuyen a la preparación de la población pero no sustituyen la necesaria e imprescindible presencia in situ, práctica, de trabajadores, cederistas y federadas.

En años precedentes sucesivos ciclones y huracanes pusieron  a prueba la capacidad del estado y el pueblo cubanos para enfrentar situaciones de excepción, pero también se evidenció que no es suficiente. Las pérdidas millonarias en la economía y pérdidas casuales de vidas humanas o por irresponsabilidad, ameritan una preparación ciudadana de mayor alcance.

El desarrollo tecnológico en función de la prevención de desastres permite avizorar, anticipar, pero nada, absolutamente nada, es capaz de medir y controlar con total exactitud las insurgencias de la naturaleza. Esa es la brecha, no la podemos cerrar es cierto, pero sí la podemos reducir con una participación y adiestramiento ciudadano superiores. En estos asuntos no existen puntos medios, si prevenimos más, lamentaremos menos.