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Cuando se diga

Cuando se diga

http://islamiacu.blogspot.com/2016/01/cuando-se-diga-cancer-y-ya-no-hiele-la.html

Norelys Morales Aguilera.

Cuando se dice "cáncer" o es diagnosticado un allegado o ser querido, se nos hiela la sangre y todas las imágenes que vienen a nuestra mente dejan de ser amables. Entonces comienza un recorrido en búsqueda de alivio, que solo quienes lo han vivido, saben su dimensión, pero si las terapias se amplían, un equipamiento sofisticado y certero entra en el arsenal de los médicos, aparece cierta esperanza, por una posible mejora de la dolencia o hasta la curación.

Doy testimonio después de haber perdido a madre, quien partió a los 82 años, con el mínimo sufrimiento por un cáncer de pulmón, gracias a la vacuna cubana "CIMAvax-EGF" [1], y me regocijo profundamente, de haber conocido a una mujer campesina del municipio villaclareño de Manicargua, con una sobrevida de 5 años. Sería ingrata si no mencionara el auténtico humanismo de quienes las atendían, sin que mediase nada más que una sonrisa, y esa afectuosidad de los cubanos, que acorta la distancia entre el profesional y el enfermo. Hablar de pago es profanación.

En una de las consultas a las que asistimos, la doctora Ana de la Torre Santos, Anita, para incontables personas que le conocen por su proverbial cariño, su excelencia médica y su carisma, le dijo a un hombre de unos 55 años, acompañado de la esposa: "Estás curado. Vienes para revisarte dentro de un año". No sé si el lector haya vivido una experiencia así, de ver sus rostros iluminados de paz, que yo la pasaba consciente de que mi adorada madre, pese a cualquier esfuerzo, no tendría salvación. Pero, ella, tuvo otra "inyección de ánimo", aunque su lección de vida fuera jamás estar triste o deprimida.

Es imborrable para mi escuchar a mi madre, cuando le contaba a mi hermano y a mi hijo, la experiencia con la ¡vacuna cubana! disponible en nuestro policlínico. Ella dijo que yo indagué por el precio del medicamento, "que no lo paga todo el oro del mundo", sentenció. Mientras, su hermano, la embromaba y reían: "el enemigo está siendo atacado por todos los frentes" ya que son cuatro inyecciones en cada sesión. En la angustia inenarrable, supimos y pudimos aferrarnos, y reír también.

Aún así, después que partiera mi santa madre, según le consta a todos quienes la trataron, insuperable y fraterna luchadora en todos los sentidos, que da sano orgullo de hija, volver al Hospital Celestino Hernández Robau, solo podría ser para mi, un retorno profesional. De ello di constancia el 31 de diciembre del 2015, en espera de contar con amplitud esa obra de auténtico humanismo. [2]

Pero, el colega Nelson García Santos de Juventud Rebelde, adelanta las noticias al respecto de ese centro hospitalario, que cosecha la "medicina del alma" sorteando inverosímiles dificultades y la indescriptible entrega, de quienes allí hacen, dando el obsequio de lo trascendente y sagrado, como si fuese algo normal. [3]

Conocido en Santa Clara, como el Hospital Viejo, por ser el primero en la ciudad, y el segundo en antigüedad de la Isla, ha conquistado ser centro rector para el tratamiento del cáncer en la región central, y algunos servicios, por el momento, estarán disponibles hasta el Oriente de Cuba.

La salud cubana es gratis, aunque cuesta, se dice bien. A nadie preguntan si tiene seguro médico, quién es, cuánto gana o en qué cree. No disponen los tecnócratas y los de la falsa promesa neoliberal del "cambio de régimen", de un argumento, un solo argumento, contra el hecho humano que es una revolución auténtica, en la que mi madre me enseñó a creer, estando ella en los primeros pasos, como una maestra rebelde en lo más intrincado de las montañas del Escambray, con esa sencillez digna de quienes llevan grandeza interior.

Hoy, después de todo, tienen para mí, más sentido o un nuevo sentido, las "Tres Gracias", no las del magnífico Rubens, sino las esculpidas por la cubanísima Rita Longa, dadas a un hospital donde cada día algo renace para todos por igual.

Como una legión ya crecen, entre profesionales y gente de pueblo cubano, quienes piensan que un día el cáncer no será sentencia de muerte inexorable y anticipada. Un día, estamos esperanzados por aquí, en que cuando se diga "cáncer" ya no se hiele la sangre, porque Cuba y sus hijos es lo que cuenta y vale.

Y, sí, lo merecemos, por esa otra sangre gloriosa derramada en tanto rincón de este suelo, que no tiene más remedio que fructificar, y por lo digno de poder subir a la utopía renovada, aunque algunos incalificables se desboquen con sus "ángeles en mal estado".

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