Cuenca del Mayabeque
Lic. Abilio González González.
El trabajo trata sobre un estudio histórico de la cuenca del río Mayabeque, sus afluentes y efluentes. Con un estudio documental de las Actas Capitulares de Güines se da a conocer la barbaridad cometida por el Capitán General Francisco Dionisio Vives, entre los años 1821-1823, y el desastre que provocó en la región comprendida entre la línea costera desde la playa y río Mayabeque en Melena del Sur, hasta Caimito en San Nicolás, al sureste de la provincia habanera.
Dedicatoria: A todos los moradores y educadores de la cuenca del Mayabeque, muy preocupados por la necesidad de incrementar la educación medioambiental.
...Un desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin poner en peligro la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las suyas...
(Del Informe Brundtland, Nuestro futuro en común, 1987)
Desde tiempos prehistóricos la cuenca hidrográfica del Mayabeque ha sido fundamental para la subsistencia de sus moradores.
Sus caudalosos ríos y sus múltiples afluentes y efluentes son de una envergadura realmente notable en la provincia habanera.
Acorde con la historia, los aborígenes siboneyes lo bautizaron con el apelativo de Guinicaginal, y apareció escrito y pronunciado de diferentes formas: con x, con j, y con g, unas veces terminando o no con la letra l, y en ocasiones ubicándole el sonido tónico en la última o en la penúltima sílaba, y se ha afirmado que el prefijo era Oni en vez de Güini.
De todas formas, existen tres hipótesis acerca del nombre de Guines: una con relación a los guanines o güinines, otra vinculada a las cañas de Castilla, y la tercera versión expresa o manifiesta que el prefijo o apócope de Güinicagina, fue quien dio lugar al bautizo del corral primero y villa y partido y jurisdicción después, y posteriormente al municipio y actual ciudad de Güines, proveniente del nombre autóctono del río.
No obstante es justo aclarar que como su caudal desemboca en la costa sur, y exactamente en la playa de Mayabeque, en Melena del Sur. Este nombre: Mayabeque, se generalizó en toda la cartografía a través de los anos.
Es necesario agregar que a lo largo de un poco más de cinco siglos de historia, la toponimia ha dado lugar a múltiples confusiones, ya que acorde con el lugar, hato, corral, asiento o finca por donde se deslizan sus corrientes permanentes o intermitentes, ha sido bautizado y ha tomado diferentes nombres, como Catalina, Güines, Bija o Vija, Bayamo, Culebra, Yamaraguas, Mal Potón o Maspotón, etc.
En 1767 se proyectó construir un canal a un costo de 1.200,000 pesos fuertes, el cual utilizaría las aguas del río Mayabeque para que entroncara con el de La Chorrera para transportar azúcar, tabaco, maderas, frutos y otros productos. En noviembre de 1795 la Real Junta de Fomento y Navegación, a petición de Arango y Parreño, inició un expediente para ejecutar el abandonado proyecto de los hermanos constructores franceses Francisco y Félix Lemaur, el cual fue aprobado por Real Orden de 1796, en que se reconsideró la construcción del Canal de Los Güines para enlazar este territorio con la capital. En febrero de 1797 se dispuso que el Conde de Mompox y Jaruco y el Príncipe de La Paz, se pusieran de acuerdo para presupuestar la obra en l.500, 000 pesos. En 1798 el Conde de Macuriges se interesó en construir un canal acorde con el proyecto presentado por el constructor, y también francés, Julián Lardiere quien pretendía unir Guines con Batabanó.
De todas formas, se calculaba que además de los productos antes mencionados, por cualquier canal a partir de Güines, también pasarían enormes cantidades de azúcar, melazas, alcoholes, aguardientes, ron, café, etc.
Los anteriores proyectos no tomaron importancia, ya que las aguas mayabequinas eran imprescindibles para hacer mover el enorme collar de ingenios que desde Güines se controlaban en todo su territorio.
Las luchas por el control, tenencia y obtención de las aguas y su fuerza fueron múltiples. Funcionarios capitalinos, el Cabildo local, propietarios y vecinos, se vieron envueltos en múltiples preocupaciones, y trifulcas, y hasta el propio Arango denunció esta contradicción.
Para acelerar los males, las autoridades coloniales tomaron un grupo de medidas que provocó la disminución del suministro del preciado líquido en contraposición a su alta demanda. El propio Arango se interesó por este asunto.
En noviembre de 1821 las Actas Capitulares dan cuenta y se refieren a reiterados avisos enviados por vecinos próximos a los embarcaderos de la costa sur, por Rosario y Caimito, los cuales plantean haberse avistado barcos sospechosos con decidido ánimo de desembarque y propinar danos, por lo que se propone que deben disponerse destacamentos como se ha hecho en otras ocasiones, en tanto se disponga de una cañonera o baterías en cada sitio. A los dos días, el 18, expresa el Jefe Superior Político, Nicolás Mahy, que mediante las milicias locales se cuiden las costas del Mayabeque, El Rosario y Guanamón, de día y de noche, para impedir desembarcos, y ordena la detención de todo extranjero sin pasaporte y de españoles sin licencia, y añade que recibió noticias de que los insurgentes desembarcan en estas costas desde la Isla de Santo Domingo.
En la sesión del día 29 manifestó que el Surgidero de Mayabeque corresponde al pueblo de Melena y acordaron pedir refuerzos al piquete de Dragones existente en esta Villa de Güines.
En la reunión del Cabildo del 12 de junio de 1823 se dio a conocer que en el mes anterior, es decir, el 3 de mayo, ocurrió un importante hecho en el territorio, que motivó que el Comandante de Armas de Güines le escribiera el día l3 al Capitán General de la Isla, y el 24, éste personalmente respondiera. Se presentaron dos barcos, (velas), por Punta Gorda, y se mantuvieron hasta la noche.
Al otro día no estaban, y se desconoce si eran piratas o no, y argumentan que existía gran preocupación por no contar con las suficientes fuerzas militares. Exponen que cuando se retiró la fuerza del Caimito, no tardaron los piratas poco más de un mes de robar los esclavos del ingenio nombrado El Bello Indio. Aclaran que es necesario un mayor número de tropas y un corneta, ya que no es posible remitir las que se solicitan por no haberlas.
El oficio firmado en La Habana el 24 de mayo de 1823 por el Capitán General Francisco Dionisio Vives, se encuentra en el tomo V que incluye las Actas Capitulares de Güines, de los años 1823 y 1824 y entre sus aspectos más sobresalientes expresa:
“...El Partido es muy dilatado por la costa del sur lleno de playas de desembarque y ríos navegables hasta alguna parte de lo interior...”
y,
“...Dispuso el cerrar los ríos más peligrosos, y entre ellos el de Mayabeque, el de El Rosario, el de Guanamón, Caimito, y otros que subsistieran...”
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