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Las Ninfas del Mayabeque.

Por: Lic. Abilio González González. (Investigador Agregado.)

¡Oh!, ¡para mí las ninfas.
(De la poesía ¨ La Ninfa ¨, de Rubén Darío.)

La historia es sencilla. En un castillo de París que acaba de ser adquirido por Lesbia, actriz caprichosa y endiablada, se reunieron seis artistas, y en la sobremesa de una tertulia, y tras la invitación anunciada, cada uno de los presentes reveló sus preferencias. El poeta reconoció su inclinación por las ninfas y el deseo de verlas, aún a riesgo de ser devorados por los mastines como en la leyenda de Acteón. Pero el propio bardo se lamenta de la inmaterialidad de sus anhelos. La anfitriona le consuela y expresa: ¨ ¡Las ninfas existen! ¨, aunque ella misma no tiene certeza de su afirmación.

Sucede que las náyades existen… pero no podían ser encontradas en los jardines parisinos, sino en las márgenes de la cubanísima red hidrográfica del río Mayabeque, en tierras de la próspera Villa llamada San Julián de Los Guines.
Era la última década del siglo XVIII y la añorada vestal cobraba formas arquitectónicas gracias al ingenio constructivo de Julián Lardiere y su equipo de técnicos franceses, con el financiamiento de los capitales del Marqués de la Gratitud Francisco de Arango y Parreño y su amigo José Pablo Valiente el Superintendente de Hacienda. Este coloso industrial llamado el ingenio Las Ninfas, -de eso se trata nuestro tema-, fue una de las principales fábricas de azúcar en su tiempo, y según se afirma el mayor del mundo en su más próspero momento, así como el primero en instalarse en las márgenes del río para aprovechar el movimiento de sus caudales de agua, en terrenos del primigenio mercedado hato San Pedro del Mayabeque.

Una zanja magistral mamposteada, con paredes de cedro y un remanso o fuente de molida, son los restos de aquel portento productivo que se construyó, que aún nos avisan de su antigua alzada y quedan como mudos y excepcionales testigos del tiempo y sus cambios, de una de las más vistosas joyas del complejo socio-industrial que adornaba las lenguas hidráulicas mayabequinas.

Pero no sólo por su cualidad monumentaria merece atención esta perla de majestuosidad arqueológica, sino por haber sido laboratorio para experimentar las más novedosas tecnologías agrícolas, fabriles y administrativas.

No puede soslayarse que su propietario principal, Arango y Parreño fue el más empecinado de los protocapitalistas cubanos, y aquel que más discernió sobre los problemas del desarrollo económico insular, en su contemporaneidad y en las perspectivas, considerándose siempre como súbdito de la Corona española, a pesar de ser criollo.

En estos lares debutó la caña de O´Tahití que él introdujo, la cual era robusta, alta, con mayor consistencia y más masa, y de jugo rico en sacarosa, cuyo rendimiento de la misma era mayor que la empleada tradicionalmente hasta entonces en Cuba. Si muy bien comenzó a moverse con la energía fluvial, en los inicios de la centuria decimonónica se instaló la máquina de vapor y se ensayaron diversos combustibles, entre ellos la combustión del bagazo.

La introducción de grandes masas de esclavos negros africanos fue la vía principal que utilizaron los sacarócratas pera incrementar la producción azucarera, y en este sentido Las Ninfas también fue campo de exploración; su dotación reunía alrededor de tres centenas de ellos, en proporción sexual bastante balanceada, pero en el proceso o fase agrícola, especialmente en el corte, se empleaban únicamente unas siete decenas, de mujeres, en este caso 69. De esta forma el dueño garantizaba una mejor explotación de la fuerza de trabajo o mano de obra, así como que aseguraba su reproducción durante todo el llamado ¨ tiempo muerto ¨.

Otro aspecto notable y aporte del Marqués de la Gratitud fue la implantación de un registro contable, irrepetible en otras industrias de esta esfera; su sistema de modelaje de registro y control, fue una adaptación de registros monetarios y financieros aplicados en contextos de otras naciones de mayor sagacidad y prestancia en materia de contabilidad y que el prohombre previsor del desarrollo capitalista cubano conoció en un periplo realizado para ampliar su vivencia empresarial añorada hacia el futuro.

La pieza clave del emporio azucarero del 800 guinero fue además punto de observación para el Barón Alexander von Humboldt, quien lo visitó a principios del siglo XIX en compañía de Aimé Bompland. La estancia del sabio alemán en la propiedad de Arango, le permitió al científico europeo enriquecer sus cálculos acerca de la producción azucarera y juzgar las condiciones de vida y de trabajo en las plantaciones esclavistas. Muchas observaciones que aparecen en el notario ¨ Ensayo Político sobre la Isla de Cuba ¨, se deben fundamentalmente a las vivencias registradas durante el período de estadía del teutón en Las Ninfas.

Construido en 1792, el ingenio tuvo una existencia octogenaria, pues aún existía en 1872. A la sazón le quedaba corta vida, y ya en la alborada de1896, sus ruinas sirvieron de provisional campamento para pernoctar, a las huestes del Ejército Libertador comandadas por el Generalísimo Máximo Gómez Báez y el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, en lo que fue calificada como la acción más audaz de la centuria, en su marcha invasora hacia el occidente cubano. Entonces, de seguro quedaban en pie más vestigios de los que ahora se ocultan a los ojos de los profanos.

Finalizan estas sucintas noticias sobre Las Ninfas, convencido de que la náyade mayabequina reveló algunas de sus bellas desnudeces, pero como en la leyenda de Acteón, también hubo en sus crónicas canes destrozadores e intrusos. A diferencia del mito grecolatino, la jauría devoradora fue todo un sistema: la plantación esclavista y su régimen inmisericorde de aplastar en forma infrahumana a miles y miles de esclavos injustamente vilipendiados con múltiples malos tratos encarcelando sus libres voluntades, e intrusos no por voluntad propia, sino involucrados por la malignidad de la trata negrera.

Para colmo, manos vorazmente profanas y también intrusas, han llenado de abiertos huecos en excavaciones furtivas y clandestinas, a ese pedazo de tierra de una zona que es pedazo de historia muy válido para efectuar con rigor excavaciones arqueológicas con cientificidad.

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